Los tres mosquetros de Londres YAK, debutan en largo con "Alas Salvation", LP publicado a través de Octopus Records, en detrimento de Fat Possum y Third Man Records, con quienes habían publicado su primeros 7".
'Victorious (National Anthem)' empieza con un toque abrupto y radical nada sorprendente a tenor de lo visto en los singles que han ido adelantando, y es que las cuerdas rotas de Oliver (guitarra) y Andy (bajo) oscurecen un garage que se vuelve claustrofóbico, con un sonido cavernal, donde la batería de Elliot da la puntilla haciendo que durante la duración del mismo se haga imposible respirar, tal y como demuestran So Pitted en "neo".
Ellos tienen muy claro que lo suyo es el rock de muros de ruido basado en los bajos fondos de su ciudad, con 'Hungry Heart' como mayor exponente de ese sonido, donde los vocales sacan su lado más Jack White antes de volver a infundir el miedo con la instrumentación anteriormente comentada, así como una acidez de cuerdas que indigesta hasta su propia mente, llevándolo hasta una locura de internamiento psiquiátrico que no mejora con las malas conexiones eléctricas del cableado de 'Use Somebody', dando paso con ello a un stoner rock cortado por el patrón de The Black Keys, aunque vocalmente más direccionado hacia los Nasty Bits, lo que hace que vaya bajando las revoluciones hasta verse de nuevo auspiciado por el teclado de mil teclas, la psicodelia, y un saxofón en mano que alerta de la furia de la locura que son capaces de entonar, dando la fiesta por concluída al encontrarse '(Interlude I)' con Marylin Manson en modo Joker delirando.
'Roll Another' se desintoxica a través de un Bruce Springsteen, que apenas puede mantenerse en pie, con una voz que por momentos saca su raspado y desafinación a pasear, como el que lo ha dado todo, lo que no los impide salir de esa situación y variar el rumbo para hacerlo sonar como un himno generacional americano descarriado por la aparición sonora de nuevo del instrumento de viento, lo que obliga a Slaves a levantar de sus cenizas al público de 'Curtain Twitcher', con un delirio punk al micrófono, de filosofía lírica barata, que se ve apoyado por la agudeza de las cuerdas.
'Take It' se pone en la piel de Jake Bugg, con la guitarra entre las manos, hasta que todo se va magnificando hasta volver a imperar un caos que empieza con un juego de voces con retorno fantasmal, y acaba con una ralladura de cuerdas contra el vallado, sin atender a las razones regadas en whisky y bailarinas del viejo oeste de 'Harbour The Feeling', donde HONEY se instauran como primera fuerza inusitada, encabronándose hasta darse de bruces con el garage macabro del tema que da título al disco, el cual, cortante como un cuchillo japonés, te atrapa y te escupe a su antojo.
En su locura transitoria, ahora aparece 'Smile', creyéndose un cantautor con una vida de mierda, la cual se ve acortada yéndose por el sendero de The Raconteurs cuando la rabia no aguanta más en su interior, poseiéndolo hasta que no vomita ese himno inglés que es 'Doo Wah', híbrido resultante entre los The Libertines más limpios y los Babyshambles más sucios, ambos dos en comunión junto a Circa Waves.
Sus compatriotas Fat White Family alternan la indiosincrasia del juego de sus voces con su oscuridad instrumental en '(Interlude II)', y así allanar el camino a 'Please Don't Wait For Me' y su tufillo a lo último de Tame Impala, convergiendo rápidamente en un pop envenenado que gira al son de una balada de feria para mostrar la pérdida de fe en esto del amor.